Nada es para siempre

Nada es para siempre

14 de julio de 2011

 Volver al lugar en el que empezó todo, fue una difícil decisión pero decidí ir y ver si quizás conseguía reavivar algunos momentos y acordarme de lo feliz que fui ese día, que es lo que me hace falta ahora.
Mientras iba hacia allí lo único que conseguía pensar era si algún día volvería a ocurrir eso, en ese lugar, contigo o con otro.
Ya estaba llegando, el lugar dónde mis sueños se habían hecho realidad se materializó de nuevo y ya no estaban solo en mis pensamientos y recuerdos.
Después de llegar al sitio exacto dónde estuvimos aquella tarde me deje caer sobre la hierba, daba igual que estuviera mojada.
Me coloqué en frente de la que iba a ser tu casa, esa pequeñita, blanca, y con un tejado verde. Al verla conseguí que una sonrisita apareciera en mi cara al recordar de qué manera lo dijiste aquel día.
Definitivamente comencé a arrancar hierba y eche de menos la manera en que tú hacías que dejase de arrancarla, tirándote sobre mi y dándome un beso, un beso mágico que eclipsaba los demás sentimientos.
Recordé tus besos, como me movías de un lado para otro y por un momento llegué a recordar el sabor de tus besos.
Todo era genial y no me apetecía irme de allí, me sentía viva de nuevo, solo faltaba algo para que todo fuera perfecto y ese eras tú.
Me tumbé en la hierba, cerré los ojos y te imagine encima mío como aquel día, besándome el cuello, acariciándome y diciéndome que me querías.
Recapacite e intente convencerme de que eso no iba a volver a pasar y que eso sería lo mejor, pero no lo conseguí, tú estabas presente en todo momento, y en mi cabeza solo estabas tú
Deseaba verte esa noche, pero aún así me hice la promesa de no saludarte, me limitaría a mirar de lejos y a que vinieras tú, de todas maneras lo veía un poco difícil, eras como un imán.
Decidí levantarme, andaba pocos pasos y volvía la mirada atrás hacia el lugar en el que estuvimos aquella tarde, dos pasos más y me volvía girar, con nostalgia y con una gran imaginación al vernos a lo lejos sobre el césped, quedábamos bien, pegábamos con el ambiente.
Un ambiente bonito, romántico, aunque solo sea un parquecillo, pero era nuestro parquecillo en frente de tu futura casa y con un gran árbol al lado.
El sitio no fue elegido, te tiraste en el primer lugar que encontraste, pero aún así para mí es muy especial, tú lo hiciste especial, al igual que aquel 21 de mayo al igual que la noche anterior en la que planeábamos todo lo que íbamos a hacer, lo que íbamos a hablar e incluso si me ibas a besar.

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